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Los padres deben asumir la responsabilidad principal de la educación de sus hijos —aunque deleguen parte de ella a las escuelas— por razones profundas, prácticas e históricas:

  1. Realidad biológica y legal
    Los niños nacen totalmente dependientes y lo siguen siendo durante muchos años. Los padres (o tutores legales) son los únicos adultos que tienen tanto el deber legal como el incentivo natural de garantizar que el niño sobreviva y prospere. Ninguna sociedad ha logrado externalizar con éxito esa responsabilidad esencial al Estado o a la comunidad sin el consentimiento y la supervisión de los padres.
  2. Los hijos no pertenecen al Estado
    En las sociedades libres, los niños no son por defecto propiedad del gobierno. Los padres tienen el derecho previo (reconocido en casi todas las tradiciones jurídicas, desde el derecho romano hasta el artículo 18 de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU) de dirigir la crianza y la educación de sus hijos. Las escuelas actúan in loco parentis —en lugar de los padres— solo porque los padres delegan temporalmente parte de esa autoridad.
  3. Incentivos e información
    Los padres normalmente aman a sus hijos más que cualquier profesor, director o político. Ese amor genera un incentivo inigualable para detectar cuándo un niño está sufriendo, aburrido, dotado, siendo acosado o indoctrinado. Las burocracias y los sindicatos de maestros, en cambio, tienen responsabilidad difusa y a menudo intereses contrapuestos (presupuesto, política, ideología, protección laboral).
  4. La educación nunca es moralmente neutral
    Lo que se enseña —historia, educación sexual, valores, religión, política, economía— siempre transmite una visión del mundo. Alguien tiene que decidir qué visión del mundo prevalece. La mayoría de los padres consideran razonable que sea la suya, y no la de un comité curricular del gobierno o la de un lobista sindical.
  5. Evidencia histórica
    Todos los regímenes totalitarios del siglo XX (Unión Soviética, Alemania nazi, China maoísta, Corea del Norte) actuaron rápidamente para apoderarse del control de la educación y minimizar la influencia de los padres. El patrón es constante: cuando el Estado asume totalmente la educación, utiliza a los niños como herramienta para remodelar la sociedad en contra de los valores de los padres. Las sociedades libres preservan por eso la autoridad parental como cortafuegos.
  6. Resultados prácticos
    Los metaanálisis (por ejemplo, la revisión de 2020 de Shakeel, Anderson y Wolf sobre elección escolar) muestran consistentemente que cuando los padres tienen más control —a través de la educación en casa, escuelas charter, vales educativos o colegios privados— los resultados académicos, la salud mental y la satisfacción de los padres tienden a mejorar en comparación con la asignación obligatoria a escuelas públicas del distrito.

En resumen: los padres “tienen que” asumir el liderazgo porque nadie más puede ser confiable con la misma combinación de autoridad, incentivo y amor para criar a su hijo concreto según sus valores concretos. Delegar la enseñanza diaria está bien; abdicar de la responsabilidad final, no.